Una mesa de costado con un viento desacatado, cuerpos salados y un broche en el pelo improvisado eso fue todo lo que necesitaste para entender que conmigo querías algo. "Me llamo Ramón y hoy las voy a estar acomodando", dijiste con una mueca que te delataba abiertamente tentado lo tuyo era evidente, o estabas estallado o me querías tener al lado. cuando fui al baño entendí lo gracioso del chiste que te habían contado "¿Hace cuanto llegaste a Buzios?", me preguntaste interesado Vos llevabas instalado en el cabo ya más de un año, se ve que te gustó mucho y que te quedaste, que todo lo que habías originalmente previsto al final no estaba tan planeado. "¿La estás pasando bien?", de golpe parecías un amigo de antaño alto, cordobés y bizarro, Ramón no era precisamente mi estilo de muchacho. Sí tenía a favor la gracia de alguien que por no dar nada por sentado en cada vuelta se juega todos los dados. De lejos me hacía señas y caras de mozo atento y reservado también tardaba mucho en llevarse los platos No era un donjuán, pero algo de ese manual había estudiado "¿Cómo te llamas?", me le acerqué en el último intervalo "Ramón", sonreiste como un nene en un cumpleaños Cuando te dije mi nombre ya me estabas agendando. Te juro que si hubiese sido un poco más fácil la chance te la hubiese dado pero lo primero que pasó después de ese primer encuentro en la madame del gato fue o que el número lo agendaste mal o que te lo di errado Fuere cual fuere en ese momento tu franco nos fue cuasi inmediatamente anulado. No es la primera vez que me pierdo de un contacto por confiar en que el otro tiene agudo el tacto “¿Sol?”, de repente te abrías paso entre un grupo de amigotes escabiados "¿Ramón?", respondí yo como si hubiera estado esperando lo que recién había pasado.
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